“Una pandemia, una cuarentena y un tapial de ventana, así empezó todo… De madera sin protección, recuperada y en bruto, cedida por un buen vecino. Lluvia, sol, un par de años y sucedió lo esperable, se pudrió. -¡Yo lo arreglo! -dije”.
Así emprende en una nueva experiencia Nacho Molero de IGN, una nueva travesía con la madera, desde su lugar en el mundo, su quincho en La Plata, Capital de la Provincia de Buenos Aires.
Gestor en la vida cotidiana, pero también un nuevo apasionado por la madera. Autodidacta, desafiante de metas, cazador de sueños, que por el puro placer de disfrutar las horas ideando, proyectando y plasmándolas en la madera se arrojó a reparar aquel tapial.
Nos cuenta que lo primero que consiguió para repararlo fue un pallet. Que al querer desarmarlo lo rompió al menos en un 60%, dejándolo prácticamente inutilizable para su primera finalidad. “Por apurado, bruto y vaya a saber uno cuántas otras cualidades más seguro que fue. Pero luego pensé: -¿Y con esto que quedo sano, que podemos hacer? -¡una repisita para el ante baño!…Y arranque.”
“La cuarentena pintaba larga y ahí estaba yo, debajo de un quincho con techo de paja, con una sierra de banco hecha con la amoladora y algunas herramientas más, intentando aprender haciendo y hacer aprendiendo. A lo cual Internet y el algoritmo de búsqueda de YouTube fueron buenos aliados en esos tiempos”.
-“¡Una ingletadora telescópica….eso necesito!” Y también la fabriqué. Eso me motivo, me hizo creer y me empezó a enseñar que la madera puede tener muchas facetas diferentes, entre ángulos y escuadras, líneas y cortes, movimientos, caras y cantos”.
Traje retazos de madera con lo que fui probando y aprendiendo, ajustando la experiencia a base de prueba y error. De repente me encontré lijando un retazo de cedro y apreciando su placentera fragancia.
Me di cuenta que me gusta crear objetos funcionales, útiles. Y de fabricar algunas pizarras, una repisa para la habitación, y objetos para mi casa, pasé a los trabajos por encargo casi sin darme cuenta, y de la mano del boca en boca.
Confiesa que a sus proyectos se puede sumar casi cualquier retazo de madera que encuentre, pero le gusta y suele trabajar con madera de guayubira, paraíso, guatambu y cedro.
Para mi “uno es lo que son sus ganas”, frase que tome prestada de Jorge Linettini, y que es el resumen perfecto de lo que siento en este último año y pico. Nunca me había pasado de sentir esas ganas de ser o intentar ser algo en particular hasta que me descubrí haciendo esto. Disfrutando el momento en que cada trabajo que hago comienza a tomar forma, cuando las piezas comienzan a unirse y veo plasmado ese proyecto que tenía en mi cabeza”.
Soy de pensar que aquel que quiera probar, que empiece. Que haga, se equivoque y vuelva a empezar. Que pruebe con lo que se tenga a mano. Lo importante es intentar siempre ser y hacer tu mejor versión de las cosas y de vos mismo. Ser honesto en cuanto al producto que hagas o servicio que brindes. Ser honesto con la persona que confía en tu trabajo por sobre todas las cosas. Y siempre aprender y tratar de mejorar la calidad de lo que hagas.
Así que aquí sigo, bajo el quincho, avanzando, disfrutando de trabajar la madera al aire libre, escuchando el sonido ambiente de los pájaros que me acompañan mientras sigo aprendiendo.
Pero Nacho, -¿y el tapial?- le preguntamos. “El tapial ya lo arreglaré….es cuestión de tiempo”.
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