Inicios del Dorado y Plateado - Cronicas de Taller

Inicios del Dorado y Plateado

El conocimiento y el uso del oro data desde los tiempos más antiguos de la cultura humana. Así lo atestiguan el gran número de enseres arqueológicos que en forma de joyas, brazaletes, vasijas, etc., y formando parte de la ornamentación de elementos tan comunes como sarcófagos y mobiliario, se han encontrado acompañando enterramientos humanos tanto en Oriente como en Occidente.

En todas las civilizaciones antiguas el oro y la plata tienen una referencia mitológica y por ende astrológica. Desde los egipcios la representación del dios supremo Ra (el sol), era un disco alado y su metal el oro. Como así también Isis tenía su referencia astrológica en la luna, y su metal era la plata.

La técnica de dorado y plateado con hoja o pan es tan antigua que no se tienen noticias precisas de cuando fue utilizada por primera vez. La tecnología más tradicional alude a las primeras dinastías egipcias, cuyos objetos artísticos encontrados en perfecto estado de conservación fueron dorados al agua o templa sobre boj rojo y con bruñido posterior.

El oro también es el metal de la divinidad en el antiguo Testamento, encontrando su primera identidad cuando Moisés dicta las normas para la realización del Arca de la Santa Ley.

Los datos que nos llegan desde la antigüedad son suficientes para considerar que la luz/oro/divinidad, está plenamente conceptuada. La luz es fuente de energía y constituye el principio activo de la materia. Tanto en el viejo mundo como en el nuevo, simbólicamente, corresponde a la Deidad, y por ende, sacraliza y confiere poder.

Así también, es interesante recordar cómo a lo largo de los tiempos se va a considerar al oro como un metal de gran valor, quizás por ser uno de los pocos metales que se encuentran en la naturaleza en estado puro, tanto es así que desde la Edad de Piedra ha venido siendo usado como amuleto y ofrenda a los dioses.

Cuando se descubrió su ductilidad se comenzó a utilizar no solo como pieza objetual, sino como finas láminas para cubrir objetos de menor valor y materiales duros, revalorizando así materiales pobres.

Esta técnica se refinó con el paso de los siglos. Mientras en los primeros tiempos el espesor de la lámina era bastante grueso, poco a poco se fue haciendo más sutil, siendo hoy en día su espesor entre 2 y 5 micrones.

Se convierte de gran valor decorativo, y por ello fue empleado en arquitectura, tanto en exterior para enriquecer ornamentales, puertas, balcones, verjas o pináculos, como en el interior, en capiteles, molduras, frisos, casetones, techos, entre otros.

Derivado de la arquitectura e íntimamente ligada a ésta, muchos artesanos realizaron y pintaron frontales, cimborrios y baldaquinos.

Fuente: Martínez Alonso

 

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