¡Aonken Praia, una forma diferente de hacer carpintería! - Cronicas de Taller

¡Aonken Praia, una forma diferente de hacer carpintería!

“¡Bom dia!” nos saluda desde una pequeña villa ubicada entre el verde del Océano Atlántico y el de la Selva Tropical.

Al sur del estado de Bahía se encuentra la pequeña localidad de Itacaré. Desde allí Pato Defeudi nos cuenta su experiencia con una animada e interesante mirada hacia lo que es su nueva forma de vida. Como se adentró en la selva y junto con unos amigxs fueron construyendo Aonken Praia.

Recibido de las escuelas Técnicas Raggio y con el título de Diseñador de Interiores, comenzó a trabajar en La Planta Arts, un taller de realización en la localidad de Los Cardales, Buenos Aires. “Fue ahí donde le encontré la diversión a la carpintería. Me enseñaron muchas cosas copadas en un espacio donde volaba la creatividad”.

 Habiendo conocido de antemano la villa se dio cuenta que ese era el ritmo de vida que quería, y fue así que sin dudarlo y con la experiencia adquirida, se fueron a vivir a Brasil ante la propuesta de sus amigos.

“No podía creer lo que estaba experimentando. Me encontré viviendo en medio de la selva, a 40km de Itacaré en una casa a medio hacer que alguien más había comenzado a construir con madera del propio lugar. Me di cuenta que la forma de conseguir recursos había cambiado. Sin energía, gas o garrafa. Sin proveedor de agua, sin internet o señal de teléfono. Si querías agarrar algo de señal había que caminar unas cuantas cuadras” nos cuenta exaltado.

Sólo contábamos con un panel solar para las lámparas, leña para el fuego y agua de vertiente. No necesitábamos nada más

Recuerda que lo que más le interesó fue tener que ser él quien se adapte al entorno y al material que había alrededor, y no tener que pensar en comprarlo para seguir avanzando sobre el proyecto de la casa. “Estar ahí hizo que cambie mi forma de ver, adaptarme a miles de colores verdes y formas orgánicas que al principio me parecieron «desprolijos». Estaba muy lejos de ser una cancha de golf” compara.

Describe que lo primero que construyó fue un entrepiso para poder dormir lejos del suelo y en un lugar plano. “Ahí utilice madera tratada industrialmente, porque todavía no sabía usar la motosierra y no conocía ningún árbol del lugar” confiesa.

“Con el tiempo aprendí a tomar lo que la naturaleza nos ofrece. A escuchar cuando cae un árbol, acercarme, analizar qué tipo de árbol es y evaluar si vale la pena serrarlo para aprovechar su madera. De lo contrario aprendes a elegir los árboles adecuados y cortarlos en la luna correcta para que no se abichen” nos transmite con mucha confianza.

Y fue así que con el tiempo construyó  en formas orgánicas acompañando el entorno “una cocina con fogón a leña, un espacio para ducharse, un baño seco, un sector de lavandería y algunas cosas más, todo con ayuda de mi amiga Aurelia”.

Fueron ellos mismos, nos enumera Pato, los encargados de buscar, evaluar, serrar, juntar y acopiar la madera para dejarla estacionar. Y nos decía que “fue comenzar desde el origen. Si queres y te gusta ese palo de ahí, buscas la forma y lo trabajas con lo que hay”.

Entonces le preguntamos con qué maderas se familiarizó. “Para construir usamos aderno, massaranduba, conduru, sucupira, louro verdadeiro, jaca (frutal), que son las mejores para estructuras, vigas, columnas, ya que son maderas duras y resistentes. Y para hacer leña usamos murici, clavo, aderno. La mejor experiencia es cocinar con leña”.

Luego de un silencio meditado reflexiona que “La naturaleza te va mostrando dónde y cómo construir. Ahí construir es 360°, donde no hay paredes. Donde diseñas interior y exterior al mismo tiempo. Donde buscas crear para tu comodidad, sin estándares. Donde la ventaja sobre el final te lo da la Pacha*. No solo visualmente, sino en los sonidos, donde se diseñan también los olores eligiendo las plantas de alrededor para decorar y perfumar, eso atrae a los pájaros e insectos, y el jardín se come también. Es magia en otro entorno”.

Lo primero que me pasó fue que tuve que olvidarme de todo lo que aprendí en la ciudad. Chau Photoshop, chau espacios demarcados de 20m2, chau medidas. Siempre experimentando, sin reglas o cánones. No hay seguros ni plazos de entrega, no hay planos ni ferreterías cerca, no hay YouTube que te diga cómo hacer algo. Lo más lindo es que la naturaleza puede enseñarte todo, solo que la información está codificada” delibera.

Nos indica asombrado como hasta el cuerpo cambia. Como el oído, tacto y olfato se adaptan al entorno. La alimentación se modifica, el cuerpo adopta nuevas posturas, y perfecciona el equilibrio, la fuerza y la presencia. “Es un constante mover cosas pesadas, las maderas húmedas recién cortadas pesan mucho, y hay que buscarlas lejos, serrarlas en el lugar, subirlas y bajarlas en un terreno difícil… con lluvia mejor ponerse a jugar con el formón dentro de casa” dice riendo.

Sus herramientas de trabajo para el proyecto de la casa fueron de lo más sencillas. Un martillo de 1/2kg, formón, barreta, escofinas, lápices, a veces metro y nivel, fundamental el machete, también serrucho, clavos y varias cosas más. “No había corriente para enchufar herramientas eléctricas, solo contaba con un taladro a batería y la motosierra. Y obviamente todo lijado a mano”.

Hoy en día y con la casa lista, montó una carpintería donde hace muebles de líneas simples que le ayudan a perfeccionarse en los detalles.

“La experiencia que me queda es que para hacer algo enserio no se puede trabajar solo, se necesita la ayuda de una comunidad. Hay un concepto aquí que se llama mutirão, y consiste en juntarse entre vecinos y trabajar un día todos en la casa de uno, luego nos juntamos todos en la casa del otro y así. Es algo muy rico. Se aprende a estar presente en el momento de hacer y es un constante juego, es el ambiente más lúdico del mundo” concluye.

*Pacha (pachamama, significa madre tierra en idioma quichua)

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