Cualquier trabajo que requiera el uso de herramientas manuales y técnicas tradicionales, o que implique estar en contacto con diversas texturas y olores, es lo que más disfruta. “El olor de la cola de conejo caliente o la goma laca es una adicción”.
Así se presenta Emiliano Posse, estudioso autodidacta, artesano y emprendedor, hoy ubicado en el barrio porteño de Colegiales (ver mapa).
“Al trabajar solo, la mayoría de las sensaciones se quedan ahí, entre los objetos y yo, es una relación muy íntima” nos dice riendo, aunque confiesa que no siempre fue así.
Si bien desde el año 2013, y a pesar de sentir que el tiempo nunca alcanza, se encuentra trabajando en la tranquilidad de su espacio, “la idea de un taller propio no fue algo que tuviese en mente desde siempre. Más bien se fue dando con los años y las experiencias de trabajos en diferentes lugares. De dar cursos en un espacio de diseño ajeno, pasé a trabajar de manera independiente en la terraza de casa, adecuando de a poco los espacios y tratando de entender cómo manejar todas las cosas yo solo y no morir en el intento y el caos”.
“Desde que empecé a sumergirme en el rubro de las restauraciones por el 2008, fui pasando diferentes experiencias que, creo, me llevaron a estar trabajando hoy de esta manera. Nadie de la familia está relacionado a esto. Lo más cercano a las tareas manuales, era ver y ayudar a papá con el mantenimiento de la casa, tan simple, complejo e interminable como eso”.
“Mi primer contacto con la restauración en sí, fue gracias a que me gustaba pintar cuadros. Hice una reproducción de una obra barroca del pintor neerlandés Johannes Vermeer. Y una vez terminada si o si necesitaba de un enmarcado que la sostenga visualmente. Así llegué a comprar un marco antiguo no en el mejor estado, y eso me llevó a un curso de restauración de marcos, un camino de ida definitivamente”.
“Haber realizado cursos en el Museo Sarmiento y comenzado la carrera de Licenciatura en Restauración de Bienes Culturales me abrieron la cabeza por completo a este mundo, pero desde un punto de vista más académico. Pasaron horas de análisis, fichas técnicas de conservación, pasantías por diferentes museos, colecciones, finales de materias, etc., y con el tiempo me di cuenta que todo eso me gustaba pero hasta cierto punto. No estaba convencido de querer trabajar muy específicamente en instituciones”.
“Por otro lado, el trabajar como empleado en un espacio de diseño, por fuera de un trabajo técnico, siguiendo ordenes que quizás distan mucho de lo que uno quiere o piensa que es mejor, tampoco me convencía por completo. Entonces tomé la decisión”.
“Me pareció una buena combinación trabajar por mi cuenta, con mis criterios, pero sin dejar de tener un poco de ambas cosas. Lo necesario de tecnicismo para saber y poder respetar una antigüedad para realizar una pintura de caballete, un retablo, o esculturas, y lo necesario de un trabajo mas artesanal y de oficio, para poder renovar o crear y complacer al cliente en sus gustos”.
Hoy trabajando por su cuenta y haciendo lo que le gusta, nos comenta que su fuerte no es el uso de las redes sociales, pero lo intenta sabiendo que es una manera de llegar al público. Por ello “busco mostrar un poco mi manera de trabajar, pero de forma muy relajada, sin tanta pretensión de que se vea todo bello hasta el detrás de escena, sino mas bien que se vea real y sin filtros”.
Aún hoy, a pesar de la experiencia acumulada, siendo joven sigue aprendiendo y tratando de establecer un lugar completamente propio, donde tener las comodidades necesarias para seguir avanzando en trabajos muy diversos, desde restauraciones de cerámicas, muebles, esculturas, pinturas, marcos, fabricación de piezas, entre otros. “La diversidad de objetos y materialidad es lo que me mantiene entretenido” relata satisfecho.
Es así que actualmente, se encuentra participando, junto a varios grupos de restauradores convocados, en el acondicionamiento del Teatro Nacional Cervantes, dado la proximidad del centenario de la grandiosa fiesta de inauguración que tuvo lugar el 5 de septiembre de 1921.
“Se está recuperando el aspecto estético del recinto, desde las molduras de las columnas hasta el Palco presidencial. Los estucos, yesos y dorados. Hoy nos encontramos limpiando los bronces de los barrales de las cortinas, argollas y hasta placas conmemorativas, deteriorados por el tiempo, el roce y los materiales abrasivos de limpieza”.
Exhorta a todo aquel que esté emprendiendo, a esforzarse cada vez más. “En mi caso, por ejemplo, el taller está armado en la terraza de la casa, eso implica subir y bajar muchas escaleras trasladando muebles y objetos sin rayar ni golpear paredes. Aun así, es el esfuerzo que necesito hacer para seguir trabajando. Y en algún momento, cuando se pueda, buscar un lugar más cómodo para continuar sin esos detalles que a veces complican”.
“No hay misterios, es mas bien ganas de querer hacer, y mucha práctica. Hacer, que salga mal, y volver a intentar”.
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