¡Ebanista de profesión, Maestro de alma! - Cronicas de Taller

¡Ebanista de profesión, Maestro de alma!

Ésto es lo que el ebanista tiene que hacer” le dijo el profesor, mientras presentaba en escena un antiguo boureau francés. Esa fue su primera clase de tecnología de la madera en la escuela Raggio.

“Me congelé. Yo venía de hacer mis propios juguetes en madera, con tan solo un serrucho y un formón. Me pareció, que la ejecución de muebles finos de estilo, era algo irrealizable. Solo tenía doce años en ese entonces” nos cuenta mientras revive ese momento.

“Fue una forma de hacernos bajar a la tierra. En ese mueble no solo había madera, sino bronce, cerámica de sevres. Son muchas disciplinas diferentes. Ahí entendí que la restauración nos queda grande a todos. Que debemos analizar de qué materiales estamos hablando, y entender que resulta imposible hacer todo por una sola persona”. 

Entonces cuando le preguntamos qué es lo que hace el ebanista nos dijo que “se encarga del tratamiento de la madera, comprendiendo sobre su tecnología y biología, adaptándose con paciencia a sus problemáticas y aprendiendo sus técnicas”.

Miguel refiere que cuando vas a aprender una disciplina te tienen que dar la mejor herramienta, la mejor madera y el mejor maestro, para poder así superar los miedos y saber si sos bueno para el trabajo. Y reflexiona que eso recibió de la escuela.

Una vez recibido, hacia 1968 comenzó a trabajar en sucesivos talleres para continuar con su aprendizaje y ganar mayor experiencia tomando de cada uno de ellos lo mejor, como la antigua casa Mastrovechio, Hansa, o la famosa fábrica de muebles Barthel que funcionó en el barrio de Colegiales y cuyas puertas actualmente se encuentran cerradas.

A esta experiencia se suma uno de los mejores maestros de vida a nivel muy personal, su suegro, el ebanista Carmelo Serviddio. “Digamos que él me hizo el posgrado, y así fue que seguimos trabajando juntos” recuerda con nostalgia.

Hacia el año 1972 comenzó a dar clases como maestro en la misma escuela de la cual se había egresado, para jubilarse como como jefe de talleres en el 2016, luego de haber enseñado a cientos de alumnos, de los cuales en ese entonces solo el 3% eran mujeres, pasando a un tercio en el último tiempo. “Sentí que había cumplido mi etapa dando clases a los adolescentes, y quise dedicarme a la enseñanza para adultos”. Lo cual Miguel Calogero lleva a cabo en su taller de Coghlan.

Cuenta que le gusta hacer de todo, menos lijar. Pero si tuviera que elegir, diría que es el tallado lo que más le apasiona. Tiene una gran colección de gubias. De mano y de golpe. Grandes, medianas y pequeñas. Y asegura que “es el ejercicio ideal para un día de lluvia”.

A la hora de trabajar considera que el lápiz es la mejor herramienta. Que es el responsable de hacer que una mesa de tres patas permanezca parada. “Con el proyectas e inventas. El desafío está en materializarlo”.

A lo largo de su carrera ha intervenido en la fabricación y restauración de infinidad de muebles y objetos, entre los cuales se encuentra una antigua biblioteca inglesa, una mesa marroquí, e incluso un auténtico Davenport.

Si de estilo y gusto se trata, nos cuenta que su mueble predilecto es la cómoda doble bombé barroco italiana, ni más ni menos que un mobiliario de madera pura, donde “no hay forma de tapar muchas cosas, o la haces bien o la haces bien. Su diseño va en contra de la naturaleza de la madera, y su ejecución debe ser simplemente perfecta” aprecia maravillado. Como también toma de referente a André-Charles Boulle aquel excepcional ebanista, escultor y decorador francés del siglo XVIII.

Aprovechando su experiencia en el oficio, le pedimos a Miguel que nos diera alguna recomendación para nuestros lectores y para a todas aquellas personas que están interesadas en comenzar con la ebanistería y la recuperación de mobiliario, les sugirió que “no tomen todo literal lo que se comparte en internet o en YouTube, porque al comenzar no se tiene todavía los conceptos formados para poder discernir lo que está bien y lo que no. Estudien historia del arte y del mueble, y que sea de buena fuente. Aprendan de gente con experiencia. Y sobre todo sepan ser humildes para poder decir “esto no lo puedo tocar”.

Por ello le preguntamos qué autor nos podrías confiar como para comenzar a descubrir este mundo y que sea algo de buena fuente como nos refería, y su respuesta fue “Wolfgang Nutsch”, un autor alemán cuyos libros aportan una valiosa enseñanza tanto en escuelas de formación profesional, en lugares de práctica y también en las escuelas de maestría y técnica. Una gran fuente de abundante información.

Voy a tomar personalmente algo que nos dijo Miguel en esta primera nota, de quien fui, soy y seré alumna en este eterno camino de ida, y es que debemos tener como parámetro un horizonte lejano y ponernos una vara muy alta, para poder seguir de esta manera exigiéndonos cada vez más, perfeccionándonos, y obligándonos a salir de nuestra zona de confort sabiendo, tal como él mismo me recuerda que Nunca mucho costo poco”.

 

 

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