No cabe duda que uno de los grandes problemas de nuestro tiempo es la salvaguardia de los testimonios históricos de las culturas y civilizaciones pasadas y presentes.
Uno de los primeros inconvenientes surge por cuanto el panorama actual presenta criterios tan divergentes que resulta del todo imposible proporcionar una definición unívoca y exhaustiva del término “restauración”.
La conservación de bienes culturales se compromete también, y de modo complementario, con la defensa global de la naturaleza y del equilibrio ecológico y ambiental, frente al derroche y explotación indiscriminada de recursos ambientales.
La conservación de bienes culturales es una problemática que supera fronteras nacionales y que responsabiliza al conjunto de la Humanidad. El desarrollo de las telecomunicaciones hace imperar los procesos de globalización e internacionalización, desvalorando la homogeneización de usos y costumbres de los legados culturales.
Desde el punto de vista material, la cultura se plasma, no solo en las grandes obras de arte, sino también en una multitud de bienes inmuebles y muebles que revisten interés histórico, artístico, paleontológico, arqueológico, etnográfico, científico y técnico, así como en los documentos y libros, los yacimientos y zonas arqueológicas, los sitios naturales, los jardines y parques que tengan valor artístico, histórico o antropológico (ley 13/1985 PHE).
Esta enumeración nos indica cómo diferentes disciplinas se ocupan de esta diversidad de objetos, teniendo como fin el mantenimiento, la permanencia y la integridad de éstos en cuanto testimonios únicos e irrepetibles, recursos colectivos y patrimonio de la comunidad.
Debemos saber que estos bienes que integran el patrimonio cultural existen desde el mismo momento en que el hombre deja testimonios materiales de su presencia y actividades, dando lugar a objetos de todo tipo, desde obras de arte hasta objetos de carácter únicamente utilitario. Aunque su reconocimiento como objetos valiosos sea un fenómeno reciente.
El concepto de “Patrimonio Histórico” en sentido estricto aparece recién en el Siglo XIX, cuando se simboliza en los llamados “monumentos nacionales”. Hasta ese entonces se hablaba de “objetos culturales” y no de “patrimonio cultural”.
Lo importante reside en el proceso. Y una vez que se logra delimitar los conceptos y categorías que integran el patrimonio histórico, el siguiente paso será la conservación de esos bienes culturales.
La atención a la constitución física y material del objeto artístico o bien cultural, la necesidad de su conservación, asociado a su degradación o carencias y pérdidas sufridas en su consistencia material. Seguido de las operaciones de conservación y restauración, en consulta con especialistas que atiendan a la diversidad de materiales y técnicas empleadas en la elaboración y conservación de los distintos objetos artísticos o culturales.
Fuente: González-Varas
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