Tras 15 años de trabajar como secretaria en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, y teniendo una tecnicatura en Recursos Humanos, fue que Mara Florencia dió el gran salto. Marita, afirma que éste “se fue dando desde adentro hacia afuera” y que fue el feminismo el que la ayudó a ver que los oficios no tienen género, y que podía lograr lo que se propusiera. “Me hizo sentir empoderada para dar el gran salto sin sentir que la pileta estaba vacía” nos cuenta.
Hace unos 6 años, tras un problema familiar bastante grave y como distracción o arte terapia es que comenzó a tomar clases de arte decorativo y no paró nunca más. Nos cuenta que se anotó en cuanto cursito o taller podía, incluso en la Licenciatura en Conservación y Restauración, la cual tiene en stand by, pero en miras de retomar!
Inspirada en mujeres emprendedoras y aguerridas, como Ghada Amer y Susan Sontag, es que logró transformar ese entusiasmo de realizar cursos, en visualizarse en su propio espacio. “La idea apareció en mi cabeza, la soñé, la trabajé, la moldeé, la soboreé y la fui construyendo mientras seguía trabajando en la oficina. Hasta que hacer las dos cosas ya no fue opción, renuncié a mi trabajo formal y desde hace 3 que trabajo de manera independiente”.
“Me costó más de 2 años animarme a tener mi propio espacio, y gracias a mi familia y amigas que me alentaron muchísimo a hacerlo, dejé la casa taller y empecé a pintar mi lienzo totalmente en blanco: “un taller con todas las letras” relata con gran emoción.
Hoy está al frente del taller que lleva su propio nombre, ubicado en el histórico barrio de La Boca. Y es allí donde Marita Portillo se siente “plena, segura y casi siempre feliz”.
Allí, dentro de “un admirable equilibrio en su aparente desorden” -nos comenta citando a Feduchi- es donde disfruta de dar clases de tapicería y reciclado, a lo que ella misma llama “reciclado de muebles con criterio de restauración. De cada proyecto que realizo algo me gusta hacer: pintar, decapar, proteger, tapizar, intervenir. Me gusta experimentar, y me aburriría haciendo un solo trabajo”.
Dice que de todos los objetos y muebles que llegan a sus manos, definitivamente el estilo Luis XV y sus provenzales son los que la emocionan.
Por otro lado, fuera de su taller, hace unos 3 años que la convocaron desde el Ministerio de Educación para dictar clases en una escuela pública, en educación no formal para personas adultas. “Ahí me di cuenta del valor de la educación para las personas en situación de vulnerabilidad o para las personas mayores que se jubilan y no saben qué hacer con su tiempo libre, es fundamental mantener el cuerpo y el bocho en acción como dice la canción. Tengo muchos sueños un poco utópicos como el de tener una cooperativa o que varies de mis estudiantes puedan trabajar juntes” nos dice con tono de ensoñación.
Por eso recomienda a toda aquella persona interesada en formarse, instruirse y trabajar en este oficio tan apasionante, que empiece y que nunca deje de aprender, “que no se quede con lo que digo yo u otre docente, que siga investigando, que haga sus propias experiencias y principalmente que le ponga su impronta y que nunca deje de lado sus ideales por una red social”.
“Allí, donde te siembren, florece” cita ella, “la vida siempre nos pone obstáculos, pero hay que seguir, aunque nos cueste. La vida es acá y ahora y, tenemos que florecer aunque sea otoño…” concluye.
Taller: Marita Portillo (Ver localización en mapa)
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