Las alas de ángel - Acanthus - Cronicas de Taller

Las alas de ángel – Acanthus

En la publicación con la cual dimos introducción a los ornamentos u ornatos, hablábamos de la existencia de diversas fuentes a partir de las cuales el hombre ha tomado motivos para decorar su entorno.

Ente sus variaciones, se encontraban las formas naturales. Y dentro de ésta, aquellas ofrecidas tanto por la fauna y la flora, como también por el propio organismo humano.

En todos los estilos ha servido de modelo a la Ornamentaria del reino vegetal: las hojas, ramajes, flores y frutos, ya sea sueltos o reunidos.

La imitación directa de la naturaleza, conservando en la medida de lo posible la forma y el color, conduce a la concepción naturalista. La construcción de un ornamento según las reglas de la rítmica y de la simetría los estiliza, y con frecuencia, hasta el extremo de hacerlos irreconocibles.

La elección de los motivos del reino vegetal utilizados, responden en parte a la belleza de la forma, y también por haber tenido algún tiempo una significación simbólica.

Entre todos los motivos ornamentales del reino vegetal, el más empleado, y el más corriente, es el acanto.

Nunca debió de tener éste una significación simbólica; su frecuente y múltiple aplicación se la debe a sus hojas, de bello perfil dentado y superiores cualidades ornamentales.

El acanto crece espontáneamente en el sur de Europa, mientras que en Alemania sólo se le encuentra en jardines botánicos.

Existe una serie de variedades diferentes, entre las cuales podemos citar: el Acantus mollis, con hojas de punta ancha y roma; el Acantus spinosus y spinosissimus, con lóbulos aguzados y muy aguzados, que terminan en espinas, y hojas relativamente estrechas.

La concepción y reproducción del borde de la hoja, del llamado perfil de la hoja, es lo verdaderamente característico en los distintos períodos del estilo.

Desde su introducción en el estilo griego se repite en todos los estilos de Occidente. Y cada uno de ellos le agrega su impronta.

El griego emplea con frecuencia formas aguzadas y rígidas; en el romano, las puntas de las hojas se redondean, se ensanchan y también cobran vida, en cierto modo; los estilos románico y bizantino recurren a formas más rígidas, sentidas con menos finura.

El período gótico, que, a par con una porción de plantas indígenas, utiliza también el acanto importado, se vale en su primera fase (gótico primitivo) de formas redondas y bulbosas; en cambio, en la época posterior usa estructuras extrañas, alargadas, en forma de cardo; en ambos casos, la concepción de conjunto es más o menos naturalista, pero el detalle suele estar estilizado hasta lo irreconocible.

El período del Renacimiento, que volvió a la ornamentación clásica, desarrolla el ornamento de acanto y, sobre todo, el ramaje, hasta la perfección suprema; en los estilos que siguen, el formalismo degenera en este sentido.

La Ornamentaria moderna busca sus modelos en casi todos los estilos y, por lo común, no logra imprimir a sus creaciones ningún carácter definido, particularmente moderno.

Como podrán apreciar, el acanto ha pasado de generación en generación, adaptándose a los diferentes estilos llegando a la modernidad, y siendo utilizada con frecuencia actualmente.

Si no la tenías presente en sus diferentes formas, tal vez ahora puedas distinguirla mejor cuando observes algún mobiliario, representación pictórica, tapices, capiteles, o en decoración de interiores.

Fuente: Bötticher

 

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